Roberta toca un botón y dos graníticos mozos enfundados en sendos uniformes blancos que se les ajustan como una segunda piel vienen a buscarme para acompañarme al despacho de la jefa. Después de la ducha, el masajito y el calentón no resuelto con el Mario, estoy inundado de fantasías húmedas con aquellos dos prietos traseros que me flanquean a lo largo de pasillos blancos hasta que por fin llegamos a una puerta doble de madera bastante grandilocuente. Al llegar allí los dos maromos echan un paso al lado y me dejan que sea yo quien haga los honores de abrir la puerta y entrar por mi mismo. Esto parece una película mala de ciencia ficción de los años 50, y lo que encuentro al abrir no me saca de esa impresión: estoy al frente de una habitación de no-sé-cuantos metros de larga y, al final de la alfombra roja que hay bajo mis pies y detrás de un monumental escritorio de madera labrada sostenido por cuatro fieros perros de roble en vez de por las tradicionales y obsoletas cuatro patas, se encuentra Ana marujeando con sus papeles y componiendo una mueca de fingida sorpresa al verme aparecer.
"Oh, entonces ya has terminado tu mis-en-place" dice rodeando ese pedazo de mesa y echando a andar hacia mi.
Si hubiese venido corriendo habría llegado sudorosa y jadeante dada la distancia, pero con su jovial paso elástico alcanza mi temerosa posición sin que se le haya movido un pelo.
"Por favor, vamos a sentarnos. Estás estupendo...¿qué te han parecido mi masajista y mi esteticista? Están seleccionados entre los mejores."
"En general bien" contesto chasqueando la lengua "el tio ha intentado meterme mano durante la sesión pero supongo que eso es algo inevitable con este gancho mio natural, ¿verdad?"
Ana mantiene una impávida sonrisita durante unos largos instantes como sopesando si la estoy tomando el pelo o si en realidad el guaperas se ha saltado las normas.
"Tu siempre tan irónico" concluye al fin con una risita y tirando de mi con delicadeza hacia la mesa "Sea como sea estoy satisfecha del resultado, y creo que tu también, ¿verdad?"
Tengo que fruncir yo el morrito ahora en gesto de insatisfacción.
"¿y todo este tratamiento de belleza es gratuito?...¿porqué será que me acuerdo de lo que decía mi abuela de que nadie da nada a cambio de nada?"
A estas alturas hemos llegado al escritorio y Ana me hace sentarme en el lado conveniente para ocupar ella el gran sillón de "Jefa", al parecer encantada con mi último comentario.
"Tu abuela era una mujer muy sensata, y puedo decirte que es cierto, esto no es una muestra de afecto hacia tu persona por mi parte" ...una leve mueca en la comisura de los labios revela que de hecho no siente el menor afecto por mi organismo y que hubiese preferido dejarme atado en los raíles de un tren de alta velocidad y sentarse en una tabureta junto a la vía a esperar el resultado, pero es una profesional y se contiene..."...hemos visto un interesante potencial en ti, no solo como feo-follable a quien todo guapo con fantasías retorcidas incluiría en sus delirios para hacerlo realidad, sino además como un sugerente promotor de...caos..."
"Caca-caca-cacaos" digo asintiendo con superficial serenidad porque no estoy entendiendo nada de lo que me están contando.
"El mundo de las páginas de contactos posee un inconmensurable potencial: todos esos seres humanos anhelando intercambios sexuales puntuales con anónimos buscando satisfacer instintos primarios, y luego los románticos sofisticados que esperan encontrar ahí un alivio a problemas personales de soledad, inadaptación social o incapacidad para relaciones normales de pareja...te sorprenderías el número de terrestres que caerían en algún punto de los que te acabo de mencionar."
¿Terrestres? me pregunto sin que Ana deje de hablar.
"...y si vamos un paso más allá e incorporamos a nuestro campo las redes sociales...ah, amigo mio, no creerías cuanta gente deja abierta una puerta en su vida a un enjambre de intereses humanos que zumban como un avispero reclamando cada uno lo que por derecho creen que es suyo y reclaman cada día con cada zumbido: necesidad de afecto, de comunicación, de popularidad o de reconocimiento o simplemente esa nueva enfermedad aún no catalogada y definida como ciberdependencia de estar al tanto de todo, en contacto con todo y al día de todo, de lo propio y de lo ajeno, cada minuto y cada segundo...los seres humanos antes gestionaban sus relaciones sociales por la via natural del contacto visual, proximidad física, comunicación verbal, gesticulación y si procedía por una aproximación o un alejamiento, pero ahora sus sentidos se ven desbordados por la inmensidad de frentes que atender, y la necesidad de saber, de decir y de contestar crece como un inmenso pulpo de tentáculos grisáceos que va abarcando poco a poco todo el planeta...las córneas ahora pasan más tiempo orientadas a las pantallas de un ordenador o un teléfono móvil que a los ojos de los semejantes, todo el mundo vuelve su mirada a la red y detrás de la red..."
Ana sonríe de una forma que me hace estremecer haciendo una pausa en su alegato antes de continuar.
"...y detrás de la red y detrás de cada pantalla, estoy yo...escuchando cada una de sus necesidades, de sus represiones, de sus miedos, de sus necesidades, de sus afectos, de sus ansias de escuchar o su deseo de ser escuchados...tras cada uno de ellos, desde el más fuerte al más débil, desde el más popular al más silencioso, detrás de cada uno de ellos estoy YO....¿como te quedas, muchacho?"
Tras una larga pausa en la que sin duda se espera que yo diga algo pero se evidencia que no tengo nada que decir, ella misma tamborilea con sus perfectas uñas en la mesa y me anima
"Ahora tendrás preguntas...al menos una..." me contempla con gesto interrogante y frunce la nariz en un gesto que podría resultar encantador de no ser ella quien es "...¿qué tal "cual es mi papel en todo esto"?"
"Cre-cre-cre-creo que sería una buena pregunta, sí..."
"Muy bien...para responderla solo tendrías que echar un breve vistazo a las últimas 36 horas y ver en qué han acabado todos los encuentros que de una manera u otra se han producido a partir de nuestra relación."
"¿En un desastre, está bien dicho?" aventuro y ella ríe encantada y se pone en pie comenzando a ir y venir alrededor de la mesa frotándose las manos y mirando al techo.
"¡SIIII, EXACTO!...han sido un desastre y cuanto más ha progresado nuestra relación, más evidente se ha hecho esa especie de...sinergismo...¿Sabes lo que quiere decir "sinergismo"?" meneo la cabeza negativamente y ella se aproxima a mi hasta pegar casi su nariz con la mía de manera que todo el espacio circundante parece cubierto por su mirada "...significa que JUNTOS tú y yo somos MÁS que cada uno por separado..."
Quedamos unos interminables segundos así, frente a frente y nariz con nariz, ella casi un poco jadeante hasta el punto en que no sé si va a terminar por besarme...
Entonces la puerta de la macrohabitación se abre bruscamente y uno de los esculturales tios de uniforme blanco dice sin aliento
"¡Lo siento!...señora, siento la interrupción...pero tenemos un problema en la recepción..."
Ana desvía la mirada hacia el guardia como si estuviese planeando hacerse una brocheta con sus huevos y sisea
"¿COMO de grave es el problema para que te atrevas a entrar aquí sin llamar ni esperar mi permiso?"
El tipo se pone tan pálido como su chaqueta y tras tragar una cantidad de saliva tan considerable que oímosel paso por su garganta desde donde estamos, contesta
"...bueno, señora, si conecta las cámaras del vestíbulo se podrá hacer una idea de la magnitud del problema."
Ana aún parece especular unos instantes con la idea de la brocheta, luego se despega de mi, avanza a paso enérgico hasta una de las paredes blancas y tocando en un lugar invisible para mi consigue que aparezca como por arte de magia una enorme pantalla que de momento no muestra nada más que un cuadrado oscuro.
"CONTROL, IMÁGENES DE ACCESOS, AHORA" ordena en voz alta y de pronto en la macropantalla aparecen desde cuatro imágenes desde distintos ángulos del vestíbulo del edificio.
Allí rodeadas de hombres vestidos de blanco veo a Superenfermera junto con Gafitas, la criada mexicana, la rubia e incluso la hermana de JC, todas con traje de camuflaje, unas metralletas de dimensiones espectaculares y las mejillas tiznadas en plan misión de combate. En el centro, ataviado solo con el suspensorio, está JC temblando como un cachorro abandonado. En realidad no lleva "sólo" el suspensorio: además lleva una especie de chaleco lleno de cosas y cables que no sé porqué adivino de qué se tratan antes de que el guardia de Ana abra la boca.
"Dicen que el tío del medio lleva encima exploxivos suficientes como para volar todo el edificio, y que de hecho lo volarán si no escuchamos sus condiciones."
Ana esboza una sonrisita que adivino está cargada de ira y rabia contenida antes de responder
"Tonterías. ¿Van a inmolarse todas en la explosión para sacar de aquí a un tipo que no conocen de nada? Es un farol, y soy mucho mejor jugadora que ellas. CONTROL, CONEXIÓN DE AUDIO, AHORA."
La banda de locas parece escuchar algún sonido por la megafonía porque todas miran arriba y componen cara de interrogación.
"Bienvenidas" dice Ana con su voz serena y profesional de teleoperadora "No esperaba contar con el placer de su visita en tan recortado espacio de tiempo, supongo que la premura se debe a razones de peso, ¿verdad?."
Superenfermera parece sentirse aludida con las razones de peso y veo su rostro congestionarse por la cólera antes de gruñir
"TU Y EL CHICO; AQUÍ EN UN MINUTO O VOLAMOS EL PUTO CHIRINGUITO"
Ana sonríe segura de si misma y contesta
"No hay trato. Feliz paso a otra vida, señoras."
Esto hace que mis salvadoras se congreguen unos instantes como un equipo de rugby discutiendo la siguiente jugada.
"Se lo dije, les dije que esa puta gringa no iba a amilanarse" oigo rugir a la mexicana. Propongo que nos carguemos a todos estos blanquitos y luego dejemos ahí a ese trozo de mierda para que explote, esto se venga abajo y la zorra se de cuenta de que hablábamos en serio."
"Pero entonces también nos lo cargaremos a él" dice dudosa Gafitas "¿no somos el bando de los buenos? Además usted es enfermera, no sé qué tal de acuerdo estará en un sacrificio de tantas vidas humanas...¿cuanta gente puede vivir aquí?"
A pesar de estar siseando como una culebra, podemos escuchar perfectamente a Superenfermera responder
"...esa puta me dejó en bragas y atada como una salchicha...he perdido hace un rato todos mis sentimientos humanitarios, cariño..."
No puedo jurarlo pero creo que Ana ha parpadeado un par de veces como si comenzase a estar ligeramente preocupada...
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