martes, 18 de diciembre de 2012

Dos en la carretera ( 26 )



Superenfermera me arrastra fuera del hospital casi sin tener que mover yo los pies, inmovilizado bajo su brazo cual ratón campestre en pata de gavilán, y me planta frente a un Seiscientos color verde manzana con aspecto de haber pasado muchos padecimientos en su vida automovilística. Al parecer tengo una predestinación con los Seiscientos porque dudo que haya muchos más censados ademas del de esta fiera y el de mi amigo el Corneja.
"Vamos, conejito. Irá de copiloto indicándome el camino. ¿Le parece bien?"
No me explico todavía como hará ella para acomodar esa impresionante anatomía en el interior del cochecillo, pero el gesto de abrir la puerta y señalarme mi asiento no admite lugar a dudas ni tampoco mucha réplica además. Aún así hago un último intento desesperado para tratar de recobrar el control de mi persona.
"...es usted amabilísima, de verdad..." ella deja de sonreir y logra juntar sus dos pobladas cejas en una sola sin decir nada "...pero no hace falta que me lleve a ningún lado, en serio, creo que con tranquilidad podré llegar yo solo a..."
La puerta continúa abierta y la Superenfermera no da muestras de haber entendido una palabra.
"Vamos. No me gusta que la gente se haga de rogar, ni tampoco perder más tiempo de la cuenta en mis buenas acciones, así que MONTE, cariño, y acabemos cuanto antes con esto."
Asi que monto, claro, no me siento con fuerzas para emprender una huida a la carrera y tampoco capacitado para ofrecer una resistencia digna. Monto y luego asisto conteniendo la respiración al espectáculo que supone verla encajar su cuerpo en el asiento del conductor, es un proceso que carece de toda lógica posible pero el hecho es que unos segundos después está a mi lado, un tanto congestionada pero satisfecha sin duda por haber conseguido meterse ahí dentro una vez más.
"Creo que he cogido un poco de peso ultimamente. No se nota, ¿verdad?, pero yo SÍ lo noto cuando tengo que sentarme aquí dentro. Estoy pensando pillar una monovolumen, ¿sabe usted algo sobre esos vehículos?"
"Nada" digo en un suspiro porque no sé cuanto durará el oxígeno para los dos ahí dentro "¿puedo abrir una ventanilla?"
"¡POR SUPUESTO, CORAZÓN!" responde al instante con una carcajada, satisfecha porque quizás cree que ya me estoy sintiendo cómodo ahí dentro "Ahora a la parte alta, ¿no?...creo que me dijo algo sobre eso, pero después tuve que pelear con el paciente de la 2114 que ve una familia de cuervos que le persigue y me descoloqué totalmente...Dios, no sabe usted qué pertinaz puede ser la gente cuando se trata de alucinaciones, llegué a sujetarle por el cuello y zarandearlo para tratar de hacerle entrar en razón pero no hubo forma...¿sabe cariño?, tuve un tiempo en el que de verdad ME VOLCABA con mis pacientes, me apropiaba de sus problemas y los hacía míos para tratar de resolverlos, NO PODIA evitarlo, hasta que el asesor de Atención Al Trabajador del hospital me hizo ver que no debo empatizar tanto con la gente a mi cargo porque eso solo va a producirme dolores de cabeza...y dicho y hecho, ahora he logrado mantener las distancias...o casi siempre lo logro, pero hoy cuando le vi a usted tan desvalido y necesitado de ayuda  no he podido evitar que mi viejo Yo empático salga de nuevo a relucir..." me lanza una mirada de reojo y añade "¿se siente usted afortunado?"
Es una pregunta trampa, me vuelvo a mirarla embutida en su uniforme azul de enfermera, esos muslos ciclópeos embutidos en unas heroicas medias blancas que aguantan el tipo sin reventar y un mechón rubio escapado de su cofia que le da un ligero aire desquiciado. Sí, es una pregunta trampa y por eso regateo habilmente preguntando a mi vez:
"¿siempre va y viene con el uniforme del trabajo?...Yo estaría deseando quitármelo."
Ella parece un momento aturdida por el giro que toma la conversación y luego ríe atronadoramente:
"¡Ha-ha-ha!...no, chiquitín, solo cuando toca echarlo a lavar para traer otro limpio. En realidad suelo ser bastante coqueta y femenina, ¿sabe?"
Como para demostrarlo presiona con una uña laqueada de rosa chicle un cassette que asoma de un reproductor antediluviano y Doris Day empieza a canturrear que está enamorada de un chico maravilloso. Superenfermera hace una superinspiración que estremece toda la estructura del coche y dice soñadora
"Esto sí era música, ¿verdad?...pero bueno, dejemos de tontear o todo el hospital va a pensar que estoy saliendo con un chico nuevo" se ruboriza ligeramente y luego arranca de un modo poco apto para pacientes cardíacos "...vamos para la parte alta...cuando lleguemos me va indicando donde está la casa de sus amigos, ¿de acuerdo?"
Superenfermera lanza el pequeño Seiscientos como un misil entre el tráfico del mediodía, bramando tacos con las venas del cuello hinchadas cuando alguien le toca el claxon y a continuación dedicándome sonrisas beatíficas quizás pretendiendo hacerme olvidar el gesto de rottwweiller que se le pone cuando está enfadada. Cuando un jovencito tiene la mala fortuna de chillarle "mira-por-donde-vas-gorda" consigue de algún modo atravesar el seiscientos en su camino, bajar del coche y se las apaña para introducir las manazas por la ventanilla del chico y tirar de su pescuezo hasta sacarle medio cuerpo por la ventanilla
"¿QUE EDUCACIÓN OS HAN ENSEÑADO EN EL COLEGIO? ¿ESE ES EL RESPETO QUE TIENES AL PERSONAL SANITARIO ENCARGADO DE TU BIENESTAR Y EL DE TUS PADRES? ¿COMO CREES QUE DEBO COMPORTARME SI POR EJEMPLO MAÑANA INGRESAS EN MI HOSPITAL CON UN PAR DE COSTILLAS ROTAS Y TRAUMATISMO CRANEOENCEFÁLICO?¿CREES QUE PODRÉ SER PROFESIONAL Y OLVIDAR TU MALA EDUCACIÓN O QUIZÁS SERÉ UNA MALA PERSONA Y BUSCARÉ UNA FORMA DE VENGARME?"
"¡retiro lo de gorda!¡lo retiro!" dice el chico en tono ahogado, pero mi conductora ya trae de vuelta su generosa humanidad al Seiscientos en medio de un silencio poco usual dentro el maremagnum circulatorio, supongo que nadie quiere ser la siguiente víctima de Superenfermera.
"Que juventud" resopla cuando por fin logra acoplarse de nuevo tras el volante "¿cree usted que la especie humana desaparecerá dentro de un par de generaciones con esta pérdida de valores que estamos padeciendo?" al ver que yo no digo nada procurando no azuzar a la fiera, me da una palmada en un muslo y lanza otra risotada "¡tranquilo cariño, ahora no está usted para elucubrar sobre el futuro de la humanidad, lo que necesita es relajarse y descansar, y yo me encargaré de que esté usted en su casita en menos que canta un gallo!"
Tras semejante demostración de poderío femenino pienso que no diré nada aunque cambie de idea y decida llevarme hasta el desierto y abandonarme untado de miel sobre un nido de hormigas carnívoras. Por fortuna no tenemos que atravesar todo el centro de la ciudad y en diez minutos estamos enfilando la carretera estrecha que conduce a la parte alta, donde los ricos viven y se broncean por encima de la nube de polución  dejando que la plebe nos cocinemos en nuestro propio jugo colina abajo.
"Vaya, querido, creo que la última vez que subí aquí arriba fue con una ambulancia para recoger a un tipo que se había metido el tubo de la aspiradora por el culo, ¿PUEDE CREERLO?...oh,lo siento, seguro que he herido su sensibilidad, ¿verdad pequeñuelo?...pero es lo que ocurre cuando la gente tiene todo el dinero del mundo y nada útil en lo que emplear su tiempo: ¡EXPERIMENTAN!" tuve que darle un par de palmadas en un muslo porque me miraba directamente mientras hablaba y el Seiscientos estaba dispuesto a continuar ruta campo a través "...y creáme, lo de introducirse en el recto el bote de desodorante ya pasó a la historia, no saben qué inventar, están aburridos de todo y lo único que les hace sentir son las emociones nuevas...yo después de lo de la aspiradora dije que no volvería a subir aquí para atender in situ ninguna urgencia y han respetado mis deseos, no puedo quejarme, tengo unos jefes flexibles que acostumbran a atender mis peticiones apenas salen de esta boquita" ( "quien se atrevería a decir que no" pienso pero guardándome muy mucho de que se note lo que me pasa por la cabeza ) "¿será porque soy una profesional excelente y entregada como nadie a mi trabajo? ¡ME GUSTA PENSAR QUE SI!...¿usted qué cree, chiquitín?"
"Cre-cre-creo que es una profesional única en su género" digo sin faltar en un solo ápice a la verdad y Superenfermera se carcajea satisfecha.
"ESTA ES LA MEJOR PRUEBA" dice dirigiéndose a un invisible auditorio "¿QUIEN MEJOR PARA OPINAR QUE EL PROPIO PACIENTE QUE RECIBE EL SERVICIO?
Doris Day empieza a canturrear "Que será-sera" y coronamos la colina con mi conductora haciendole los coros con un vozarrón que envidiaría cualquier marinero vikingo. Imagino que JeanClaude y los demás se habrán metido ya en el refugio antinuclear acorazado de la casa si nos han oido llegar, y si no lo han hecho y nos están esperando tampoco me preocupo porque sin duda el resto del vecindario habrá avisado a los efectivos del ejército ante esa desgarradora demostración de poderío vocal. Afortunadamente Doris ( que no escucha a Superenfermera o de lo contrario hubiese metido la cabeza en el horno de gas ) termina con el "Que será", se arranca con algo más intimista y menos conocido y Superenfermera lanza un suspiro de desánimo porque de verdad estaba disfrutando.
Las puertas del camino de acceso a la casa de JC están abiertas y todo parece tranquilo y en silencio.
"Bueno cariño, me dijo al final de la carretera, ¿no es así?...entonces tiene que ser aquí...¿quiere que le acompañe dentro?"
"No es necesario" susurro estremecido todavía bajo los efectos de sus dotes musicales "Muchísimas gracias por su dedicación, mujeres como usted hacen recuperar la fe en...en el género humano..."
Superenfermera me contempla conmovida y tal como yo temía y pretendía evitar, se baja del coche, me abre la puerta del copiloto como si fuese un chofer inglés y anuncia orgullosa
"Venga, le acompaño hasta dentro, decidido. No me iré tranquila hasta dejarle tumbado y arropadito en su cama con la promesa hecha de no levantarse de ahí en las próximas doce horas, ¿de acuerdo?"
"Tiembla, JeanClaude" pienso porque sin duda si me hubiese propuesto encontrar un arma de choque efectiva para asaltar el chalet no habría encontrado nada tan idóneo ni terrorífico como Superenfermera.
Sonrío y enfilamos los dos juntos el camino de entrada...

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