miércoles, 10 de octubre de 2012

Wonderful world ( 8 )



Bar enfrente de MercaChorbo.

El sitio este había sido toda la vida un garito de los de siempre donde viejetes septuagenarios se tomaban sus vinitos y echaban la partida de cartas por la tarde. Luego MercaChorbo aterrizó enfrente, plantando su edficio reluciente y brillante como una nave espacial, y de pronto el local empezó a llenarse de tipos bronceados, maquillados, excesivamente bien vestidos y peligrosamente amanerados, y los viejecitos terminaron por ser expulsados de sus dominios ( o huyeron sin necesidad de que nadie los empujase ).
También Manolo, el dueño, acabó tirando la toalla dejando el negocio en manos de su hijo David (pronunciese Deivid) un cachas que trabaja de entrenador de futbol en los pocos ratos libres que le deja el asunto de la hostelería y de quien nadie sabe si "entiende" o no "entiende", pero que alegra la vista al personal con su sonrisa resplandeciente, las camisas a punto de reventar a la altura del biceps y unos vaqueros ajustados que a mi personalmente me vuelven loco. El Deivid puso una carta de tés e infusiones, un equipillo de música, cuatro plantas tropicales en las esquinas y ha conseguido que el mariconerío cliente de MercaChorbo prefiera tomarse el café y el pincho en su local antes que en la cafetería mega-fashion que los grandes almacenes tienen en su interior.
Aunque yo miro a Deivid con amor, percibo en su mirada que él solo ve en mi al propietario de una cartera que vaciar, y por eso procuro mantenerme en mi sitio y no hacer mucho el ganso cuando me siento en la barra. Pero esta mañana, tras conseguir -de forma deshonrosa, vale- una prórroga a mi escuchimizado contrato y haberme visto un rato en medio de una orgía con cinco tíos de los que solo se ven en las películas,  me siento como si en mi vida hubiesen enchufado una banda sonora de música de los años 50 en la que el mundo es de color de rosa y todo lo que está pendiente de solucionarse, seguro que va a salir bien. Es ese inmoderado optimismo el que me hace pedir una cerveza grande y preguntar
- ¿Que haces al salir, guapo?
El Deivid, aunque sin perder la sonrisa profesional, me contempla como si un animalillo negro y peludo acabase de asomar sus múltiples patitas por una de mis fosas nasales.
- ¡Yo nunca salgo, amigo! -exclama en su tono de tío perfecto y se da media vuelta para seguir metiendo copas al lavaplatos-.
Cáscaras.
He ahí como un mínimo gesto de desprecio puede arruinar un excelente estado anímico.
De repente veo a mi abuela en la barra sorbiendo una manzanilla y diciendo "te dije que te ibas a sentir como una sucia perra, ¿cuando me harás caso pequeño?", luego echo un vistazo a las mesas donde montones de mariquitas hablan en voz alta, rien compulsivamente y se espían unos a otros buscando qué criticar o a quien tirar los tejos si la ocasión se presenta. Les veo y me siento de nuevo fuera de lugar, yo, un tipo gordo a punto de llegar a la cincuentena y con mi enorme cerveza delante como un cartel que habla por mi anunciando "PORQUÉ MI BARRIGA ES COMO ES".
De pronto estoy al borde de la depresión cuando hace un instante me he sentado aquí con mi moral por las nubes, y todo por culpa del jodido Deivid que ahora me muestra su culazo en pompa mientras busca algo que yo no alcanzo a distinguir por debajo del mostrador. No, no puedo permitir que esas cosas mínimas me derrumben, tengo que reinventarme y sobre todo tengo que encontrar una manera de ocupar la tarde, porque desde ese momento hasta que se pone el sol, me suelo hundir en mis horas más críticas si no estoy haciendo nada...
...¡y claro que tengo una manera!...¿se habrá echado JeanClaude para atrás?
Según el reloj, la salida de personal ha comenzado hace cinco minutos, si no estoy allí en el cambio de turno no sabré nunca si él me esperó o si por el contrario se fue sin decir nada...
-¡Eh, chico! -digo después de vaciar mi cerveza de un larguísimo trago-.
- Perdona -dice el Deivid con una sonrisa de disculpa- ya te he dicho que...
- ¡Que me cobres, coño!...que he quedado con un tío y se me ha echado la hora encima...
Aunque suene a cliente insoportable he sentido que tengo que tirársela a Deivid para que pierda un poco ese concepto de si mismo como algo imprescindible para nuestra buena vida sexual, esperando que componga un gesto de arrepentimiento y disculpa a la vez por su arrogancia, pero en su lugar mantiene la sonrisa y me dice:
- Estupendo. Pues paga y disfruta.
Que impertinente. ¿Debería sopesar la posibilidad de no volver más aquí?
No hay tiempo, así que dejo las monedas en la barra y salgo zumbando de allí a la búsqueda de...de...

...en la puerta de personal hay un deportivo blanco como salido de una película, y en el interior está JC con gafas de sol y gesto un poco tenso...cuando me ve aparecer, debo decir que se relaja y me dedica una sonrisa mientras se baja del cochazo.
- ¡Vaya!...Creí que me habías dejado plantado...
- Es tu día de suerte - responde la concubina que hay en mi, y eso le hace reir-.
- ¡Ya lo creo!...venga, monta...¿quieres que baje la capota o estás bien así?
Por supuesto, le ordeno que baje la capota, porque justo en ese momento salen Charly y el Corneja y quiero decirles adios con la manita antes de que JC me arrastre a un abismo de lujuria dentro de ese pedazo de carro. Tengo la satisfacción de verles con los ojos como platos un segundo antes de que el vehículo arranque con un rugido y empecemos a recorrer calles de la ciudad como un relámpago.
- ¡Vaya, sí que da de sí el sueldo de vigilante de MercaChorbo! -tengo que decirle una vez nos hemos alejado de allí- Menudo coche...
JeanClaude sonrie con un gesto de disculpa y aclara
- En realidad es un regalo de papá. Él y mamá están pasando un año sabático en Florida y se les ocurrió que sería buena idea que entretanto buscásemos trabajo una temporada para aprender a valorar el dinero...
- ¿Y lo has conseguido?
- ...¡desde luego! -dice riendo- se me ponen los pelos de punta pensando la cantidad de horas que tendría que echar nada más para pagar la gasolina de este trasto, ha-ha-ha...
Y yo le devuelvo la sonrisa como el joven de mundo que soy mientras mis dientes de tiburón se afilan y me pregunto si habré tenido tanta suerte de no solo pillar cacho con un bollazo como JeanClaude, sino que además el bollazo esté forrado de pasta...
JC pone en marcha el reproductor de CD's y empiezan a sonar apropiadamente los Beach Boys como banda sonora perfecta para este instante en que nos deslizamos por una avenida de palmeras en una parte de la ciudad que yo no conocía hasta hoy. El mundo aparece cegadoramente perfecto, JC se vuelve un momento, sonríe tras sus gafas de sol de las de a 200 € cada patilla y me aprieta un muslo como si yo fuese la compañía perfecta...

...¿donde está el gato encerrado que aún no se ha arrancado a dar maullidos?...

Aún conducimos un rato, siempre ascendiendo, hasta detenernos ante un gran portón metálico aparentemente colocado en medio de una maraña de exuberante vegetación. Sin tocar ningún botón el portón se nos abre, JC me sonríe de nuevo en plan "¿ves qué obvio?" y por medio de una carretera empedrada llegamos al pie de una moderna mansión de paredes blancas y enormes ventanales desde los cuales sin duda se divisa a los pies toda la ciudad. A un lado hay una piscina de un azul resplandeciente en la que, en medio de un gran neumático, flota una morenita de pelo corto meneando la cabeza al ritmo de la música que un enorme cacharro deja sonar desde el borde del agua.
Por alguna razón el espectáculo de aguas espejeantes y joven belleza al sol no relaja a JC sino todo lo contrario, porque se baja del deportivo sin decir ni media y se va para allá gritando
- ¿Se puede saber qué coño haces aquí?
La chica no hace ademán de moverse de su posición de absorber la máxima radiación solar, pero la oigo decir en tono fatigado
- Vamos, no seas capullo...papá dijo que la piscina era compartida...ve a follarte tu culito de turno y déjame tranquila...
Oir que se refieren a mi como "culito de turno" no me llena precisamente de satisfacción, así que me bajo del coche dando un portazo y voy a cantarle las cuarenta a la morenita. Por suerte o por desgracia JeanClaude me detiene poniendo una de sus manazas sobre mi pecho y susurra:
- Me jode pero tiene razón. La piscina es a medias.
-¿A medias de que? -barboto indignado- ¡me ha llamado culito de turno!
Por la cara que pone Jean Claude entiendo que entre sus expectativas para conmigo no incluía el contarme su vida ni tan siquiera darme conversación, pero aún así responde
- Mis papis antes de irse me dejaron esta casa a mi y ella, Raquel, escogió el loft del centro, con la condición de que los mantuviésemos habitables hasta su regreso... en teoría no deberíamos interferir en los planes del otro, pero es verdad, la piscina era compartida...¿es que querías darte un baño?
Meneo la cabeza confundido y eso le hace reir.
-  Menos mal, jaja...no te preocupes, dentro hay bañera y hasta un jacuzzi si te apetece que nos pongamos a remojo a la vez, ¿qué me dices? -luego aprieta su pelvis contra la mía acorralándome contra la pared y me jadea en una oreja- ...¿qué te parece los dos en pelotas en un baño de burbujas?...
Un pequeño calambre doloroso entre mis nalgas me recuerda el trato vejatorio al que me ha sometido mi querido jefe de personal, y de pronto me alarma que JC pretenda meterme por ahí ni tan siquiera el bigote de una gamba como suele decirse...pero claro, una vez allí, ¿quien explica nada?...
Tal y como intutí desde el coche nada más cruzar la puerta accedemos a un inmenso salón agradablemente revuelto y presidido por un ventanal que ocupa toda una pared. Allí abajo se ve la ciudad en donde las hormigas como yo nacemos, crecemos y morimos sin tener ni idea que desde arriba y con esa perspectiva, no somos nada más que microbios que no valen apenas nada.
- Que flipe -digo llegando hasta allí sorteando cojines, alfombras de pinta carísima y una tele de plasma más grande que mi cuarto de baño- ¿y de verdad aquí llegas a darte cuenta de lo que cuesta ganar dinero?
JC se quita la camiseta dejando a la vista un torso que cancela todas mis pretensiones de analizar el conflicto de clases: uno de esos fuertes con músculos definidos pero no exagerados y un encantador vello oscuro que tras dibujar círculos en torno a sus tetillas terminan concretándose en una línea que desciende y se pierde bajo su ombligo, más allá de la cintura del pantalón. El contraste entre el pelo negro y el tono lechoso casi azulado de su piel me parece tan erótico que siento un leve vahido. ¿De verdad voy a follarme yo a ese pedazo de tío?
JC, no sé si inconsciente de su belleza, camina hacia el mueble-bar haciendo oscilar su culo perfecto mientras responde a mi ya olvidada pregunta.
- Vale, lo suyo sería agarrar mi sueldo, alquilar una habitación en un piso compartido y experimentar lo que es vivir contando el dinero que tienes disponible...pero vaya, bastante hago echando horas en ese garito y peleando con todos los colgados que se acercan por allí, ¿no te parece? -se vuelve a mirarme y dejo de contemplar el borde del elástico del calzoncillo que asoma por encima de sus vaqueros para asentir procurando no babear demasiado-...como lección ya está bien, luego ¡qué sé yo! Papá tiene tanta pasta y cuentas repartidas por el mundo que es imposible que nos arruinemos a no ser que una gran ola barra toda vida sobre la superficie del planeta o algo así. Y si viene la ola, qué más da que tengamos la pasta todavía o no, ¿verdad?
- ...glup...-acierto a decir-.
- Es un buen argumento, jaja...¿entonces preparo un par de vermuts y nos los tomamos en el jacuzzi?...
- ...genial...
JeanClaude sonríe y empieza a trastear con vasos y cubiteras, luego se detiene un momento como si acabara de recordar algo, suelta lo que tiene entre manos y se baja los pantalones dejando a la vista un potente trasero que parece a duras penas retenido por el algodón blanco del calzoncillo.
- Venga, amigo -dice continuando con sus quehaceres- Pantalones fuera.
Yo estoy a punto de echarme a llorar, de agarrarme a uno de sus muslos peludos y empezar a gimotear que soy suyo mientras hundo mi nariz en el hueco entre sus nalgas, listo para todas las dolorosas vejaciones que tenga previstas para mi. Pero por suerte para mi dignidad como ser humano, la puerta se abre de un empellón y entra la morenita enfundada en un minúsculo bikini blanco con una sonrisa mientras se sacude el pelo corto dejando caer pequeñas gotas brillantes por todas partes. Hasta yo, desde mi pertinaz mariconerío, puedo darme cuenta de que está muy buena.
- ¿Interrumpo algo? ¿Vais a prepararos una copa, chicos? ¿Y porqué no me pones a mi otra, hermanito?
Yo persevero en mi cara de chucho callejero recogido del extrarradio que por fin ha encontrado alguien que le quiera y eso le hace sonreir.
- Yo soy Raquel, encantada de conocerte...vaya, eres una refrescante  novedad, ya estaba aburrida de tios depilados con el culo estrecho y los abdominales marcados...seguro que eres especial...¿porqué te iba a traer mi hermano aquí si no? Él no mete su polla perfeccionista en cualquier sitio, ¿sabes?...
JC pega una hostia al mostrador donde anda cacharreando que hace saltar todas las botellas además de a la chica y a mi.
- ¿Quieres callarte de una puta vez?...¿Quieres dejar de ser ASÍ?
La chica, aunque se ha acojonado un poco, se hace la dura y responde:
- Defíneme "así"
Jean Claude se da la vuelta apretando en un puño el cuchillo con el que ha estado cortando limones hasta hace un segundo y grita:
- ¡ASÍ! ¡Como una zorra malcriada que se piensa que puede decir lo que quiera delante de quien le de la gana como si alguien le hubiese dado permido para hacerlo!
El cuchillo no ha contribuido a tranquilizarla pero esa chica no se calla ni debajo el agua, así que escudándose un poco detrás de mi hace como que se rie y contesta:
- ....ooooh, vaya, creo que alguien se siente violento porque ha sido sorprendido practicando vicios inconfesables -me aprieta la barriga en un gesto más bien poco correcto y cacarea luego- ¡oooooh,y este sí que es inconfesable de verdad?...¿que piensas hacer con él?...hermano,hermano, ¿hasta donde vas a dejarte arrastrar por tus impulsos?
Jean Claude pega un salto sobre dos piernas que le coloca en cuclillas sobre el mostrador y ese número de atleta olímpico nos hace dar un gritito a la chica y a mi, sobre todo porque no ha tenido que soltar el cuchillo ni un instante.
- ...RAQUEL ME ESTÁS PONIENDO DE MUY MALA HOSTIA, NO SIGAS POR AHÍ...
La susodicha trota en dirección al ventanal que da acceso a la piscina y ya desde allí chilla:
-¡Maricón! ¡Mala persona! ¡Gentuza! ¿Hasta DONDE vas a caer, DEGENERADO?
Luego desaparece echando a correr, y JC sale como un rayo detrás de ella, dejándome los dos solo y temblando como una hoja en medio del inmenso salón.
Mientras me pregunto qué debo hacer y cual es el siguiente paso a dar, escucho gritos en un punto alejado de donde me encuentro, primero inteligibles ( "NO PORFAVORPORFAVORPORFAVOR" ) y luego transformándose en chillidos que me hielan la sangre en las venas.

He aquí el gato encerrado.

El puto JeanClaude está como una olla de grillos y aquí estoy yo en el culo del mundo a su merced.
Por suerte el fantasma de abuelita me sacude una patada ectoplasmática en los huevos y me ordena:
"VAMOS CAPULLO SAL DE AQUÍ CAGANDO LECHES"
y reacciono, pego un salto, corro hacia la puerta por donde he entrado lanzando pequeños gemiditos de puro pánico, la abro...

...y está ahí JeanClaude, vestido nada más con ese calzoncillo blanco con tela como de ganchillo que deja vislumbrar un poco sus atributos, y el cuchillo en la mano derecha goteando un líquido oscuro.
-...¿Te conozco? -pregunta con un brillo desquiciado en esos ojos que antes me habían enamorado-.

Entonces comprendo que estamos jodidos...

2 comentarios:

  1. Si es que tanta facilidad para el adonismo tenía que traer castigo de dió. Pobre, espero que no le pase ná.

    Besos

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  2. ...yo creo que me pesa la educación de colegio de curas, antes de que concreten el acto siempre les estoy mandando el castigo divino...
    Un beso guapo

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