viernes, 14 de septiembre de 2012

MercaChorbo ( 3 )



Desde hace tres años tengo la fortuna ( fortuna porque no me han echado ) de trabajar descargando camiones y reponiendo estanterías en MercaChorbo. MercaChorbo es una estupidez que a algún mariquita aburrido se le ocurrió pensando en crear una línea de tiendas orientadas al público gay masculino y en la cual   puedes encontrar desde un recopilatorio de los greatest hits de la Madonna hasta una bandeja de crudités con aliño de rúcula, todo escandalosamente caro y ridiculamente exclusivo, porque al parecer el sector gay somos privilegiados en lo económico, elitistas en nuestros gustos y del todo jilipollas a la hora de pensar en como gastar nuestro dinero. Me pregunto que estaría haciendo yo, que a duras penas llego a fin de mes comiendo tortillas de patatas precocinadas y bebiendo vino en tetrabrik, cuando hicieron el estudio de mercado...
También es verdad que la especie de discriminación sexual que MercaChorbo practica a la hora de escoger a sus empleados ( varones jóvenes de entre 20 y 30 años, agraciados físicamente y con tendencias sexuales orientadas hacia los individuos de su mismo género ) me favoreció a la hora de echar el curriculum porque aunque tengo más de 30 y el físico digamos que descuidao, a la pregunta de "se siente cómodo trabajando con personas de orientación sexual diferente a la suya" respondí un escueto "me molan las pollas" y eso me hizo ganar la simpatía del entrevistador y el puesto de trabajo. El tipo, un cincuentón trajeado con los dientes un poco amarillos y el pelo engominado para atrás se apresuró en precisar
"No das la imagen que buscamos cara al público, pero tenemos un estupendo puesto de encargado de reposición y logística. Bienvenido a MercaChorbo."
Después, aunque no creo que fuese requisito indispensable, se abrió la bragueta, sacó una picha como de broma de puro chiquitita y ordenó con voz ronca
"Ahora porqué no me la comes un rato en agradecimiento"
El rollo de la vejación sexual a manos de un ejecutivo despiadado me pone un poco -a pesar de la pichita- y clavé mis rodillas en el suelo con gesto de virgen mortificada y puse toda mi buena disposición en demostrar que era merecedor de la confianza que MercaChorbo había puesto en mi....
¡Tremendo error! Mi entrevistador tenía problemas eréctiles de primera magnitud: al cabo de un cuarto de hora cuando mis mandíbulas empezaban a protestar por los esfuerzos que estaban invirtiendo en chupetear aquel berberecho,  se puso una película porno "a ver si me estimulo", a los treinta minutos se le ocurrió que estaría bien que le metiese un dedo en el culo "porque eso siempre funciona", a los cincuenta manifestó sentirse algo molesto por tener aquello introducido en el recto ( y que quiere, lo del dedo en el culo funciona un rato, más  no ), me contó no sé qué historias sobre lo malo que es el estrés para las relaciones sexuales, que "si eres el seleccionador de personal todo el mundo te odia", que si sentía que yo le odiaba un poco y por eso no alcanzaba el orgasmo y que iba a estar muy bien reponiendo condones y botellas de lactobacillus para la marcha intestinal porque me faltaba el mínimo de empatía necesario para conectar con la clientela en particular y el mundo en general.
"Entonces estoy despedido" murmuré a punto de prometerme tras esa maratón que no volvería a chupar una polla en mi vida.
"Te hago un contrato de seis meses. ¿Que especie de monstruo te has creido que soy? ¿Ves como no tienes ni empatía ni nada?"
Así empecé a trabajar en MercaChorbo, un mercado con grandes expectativas creadas a propósito del nivel económico de sus clientes gays, pero al que no cree que sus empleados también gays deban aspirar a juzgar por la mierda de nóminas que nos pagan. Como el seleccionador vaticinó, nada más llegar me pusieron un mono rosa con la palabra "MERCACHORBO" escrito en letras azules a la espalda, y empecé a descargar camiones y mover cajas como un condenado.
Mi encargado directo es Charly, un macho impresionante de cabello castaño claro cortado a cepillo, ojos azules fríos como el hielo y un cuerpo de nadador olímpico que anda por ahí deslizándose sensualmente con un susurro bajo la ceñida tela de un mono rosa igualito al mio. En los tres años que llevo aquí acarreando sacos bajo su estricta mirada he terminado por ser inmune a su atractivo sexual y ya puedo mirarle sin babear cuando me da las órdenes del día, en cambio él sigue contemplándome con cara de haber encontrado una cucaracha muerta flotando en su café con leche.
Esta dura mañana tras poco más de una hora de sueño y quince minutos de retraso al fichar la entrada no ha descompuesto un momento su mueca de repulsión.
"Segunda falta este mes. Sabes que a la tercera tendré que comunicarlo a personal para que recibas la correspondiente sanción, ¿verdad?"
"Lo siento, la verdad es que he pasado mala noche y no tenía ganas de..."
"No quiero hablar contigo un segundo más de lo necesario. Ya has oido lo que acabo de decirte, ¿no? Pues empieza a trabajar, tu compañero lleva un rato haciendo la faena solo."
Mi compañero es el Corneja, un tio super flaco, de pelo negrísimo, ojos como huevos y una cara de pájaro a la vista de un gusano que inspira cierto temor si no se le conoce un poco. El Corneja, como Charly y como yo, supongo que es gay según la política contractual de MercaChorbo, pero no le he oido comentar nunca nada a propósito de la cuestión. En realidad no comenta mucho a propósito de nada, pero me escucha con el bastante interés como para que me entren ganas de tomarme la molestia de contarle lo que sea.
Al verme llegar hoy arruga su gran nariz a modo de bienvenida y continua enredando entre los palés de mercancía, pero yo estoy un poco ansioso y tengo que hablar con alguien así que le persigo por el laberinto de bultos y cuando le logro acorralar en un callejón sin salida, le murmuro excitado
"No te puedes ni imaginar lo que me pasó ayer"
El Corneja hace exagerados gestos como si Charly estuviese mirándonos pero ahora está de espaldas hablando por teléfono y creo que me va a dar tiempo a contárselo.
"Macho, Corneja, creo que tengo una invasión de virus en el computer...¿tu entiendes algo de eso?"
Corneja resopla al ver que no tiene salida y me contempla precavido como preguntándose a donde le puede llevar la situación.
"...me metí en una página de esas para buscar rollo con tíos, una que solo quería tios feos como socios, ¿te imaginas?...¡tu ahí serías ahí el puto amo!" salto esperando hacerle reir pero no le ha hecho ninguna gracia, así que sigo llevado por el instinto de que los tíos con una pinta tan rara como el Corneja son unas máquinas con los ordenadores y va a poderme decir qué pasó "...bueno pues aunque no llegué a terminar de formalizar el acceso, ya me han escrito ¡y hasta me han mandado mensajes al teléfono!...¿pueden hacer eso?¿puedo denunciarlos?"
El Corneja traga saliva con dificultad contemplando algo horroroso e innombrable sobre mi hombro y susurra
"...ufffff..."
Un segundo después me llega a la nariz la fragancia Cool Water Light Blue de Charly y comprendo que tenemos un pequeño problema...

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